Hace algún tiempo se estuvo comentando en los
medios un proyecto que permitiría a las parejas casarse mediante un contrato
con una duración de un mínimo de dos años. Recuerdo haber leído un foro donde
se discutía el tema llegando a la conclusión que el amor es pasajero y el
asunto de un amor eterno es un cuento de hadas. Me pregunté si yo procedía de
un linaje de fantasía dado el caso de que mis abuelos se amaron siempre, mis
padres aun continúan casados y felices al igual que mi esposo y yo.
Analizando el tema me di cuenta que
lamentablemente se ha perdido la perspectiva de lo que es verdaderamente el
amor. Entre tanta novela y películas se nos ha vendido la idea de que el amor
es un sentimiento el cual no podemos controlar. Estoy convencida que ésta idea
pre-concebida ha distorsionado el significado real de la palabra amor y el
valor del compromiso matrimonial. Es común ver parejas que se casan pensando que será tal como lo habían visualizado en base a las novelas y películas románticas que han visto. Y si no se asemeja a ello piensan que ya no están enamorados acudiendo al divorcio inmediato. Esperaban un amor basado en una fantasía creada cuando su matrimonio pudo superar esa expectativa.
¿Dónde
queda el compromiso, el esfuerzo, la perseverancia que hacen que el amor
perdure? Es como si hoy en día el espíritu de lucha se haya perdido hasta en el
amor.
Procurar la llama del amor encendida no es
fácil pero sí posible. La pareja debe tener en claro que el amor no es un
sentimiento sino una decisión que requiere compromiso de ambos. Sin embargo,
cuando se ama, surgen sentimientos que contribuyen a que ese compromiso se
renueve. El matrimonio no da la felicidad por arte de magia, ambos deben poner
de su parte para llegar a la satisfacción plena.
Para muchos es más fácil
rendirse que luchar, sin darse cuenta que el fracaso puede repetirse por esa
falta de compromiso y lucha personal.
Mi esposo y yo nos casamos con el pensamiento
que quizá muchos consideren antiguo: “Hasta que la muerte nos separe”, y
tratamos de sobrellevar los problemas que se tienen como en cualquier
matrimonio. En el proceso hemos aprendido que de la dirección de nuestros
pensamientos depende la relación. Que un matrimonio feliz también depende de
dos buenos perdonadores. Que la mejor parte de estar casados por largo tiempo,
es poder enamorarse de la misma persona una y otra vez. Que es responsabilidad de ambos, el procurar la unidad, el respeto y el romanticismo para que esa llama del amor continúe perseverante y viva.
Que el matrimonio es
una promesa de amar, soñar y planear juntos, a través de toda la vida, pero
compartida solamente por dos en una asociación con Dios. ¿Sabias que el matrimonio fue creado y formulado por Dios? Entonces no hay nadie mejor que El para ayudarnos a llevar nuestro matrimonio en sabiduría y permanencia. ¿Alguna vez has intentado romper una cuerda de tres hilos? Es sumamente difícil romperla. Es hermoso doblar rodillas delante de Dios juntos, interceder por la familia y derramarse a sus pies cuando el orgullo pretende imponerse. Si hemos perdido la creatividad, Dios es capaz de crear novedad en nuestro matrimonio y vestir de gracia el nido. Si estamos solos podemos ser vencidos, si estamos solos podemos desfallecer, pero el tercer hilo de nuestra cuerda hará la diferencia.
Y muy importante... Nunca podrás estar felizmente casado con la otra persona hasta que no te divorcies de ti mismo. Un matrimonio exitoso demanda cierto grado de muerte al "Yo" para que viva un "NOSOTROS".
"Uno solo puede ser vencido,
pero dos pueden resistir.
¡La cuerda de tres hilos
no se rompe fácilmente!"
Eclesiastés 4:12
"Las muchas aguas no podrán apagar el amor
ni lo ahogarán los ríos."
Cantares 8:7