Hace algún tiempo fui a un centro comercial a realizar unas compras y para mi sorpresa había una exposición de “bonsáis”. Para quien no sabe de qué se trata; el bonsái es un arte milenario originado en China. Consiste en el cultivo de arboles enanos, pero no se trata de una planta genéticamente empequeñecida. Se mantiene pequeña dándole forma, podando el tronco, las hojas y las raíces cada cierto tiempo para crear escenas de la naturaleza en miniatura.
Al verlos me parecieron sumamente hermosos; algo que cautivó mi atención. Observé como un artesano que se dedica a tan milenario arte, explicaba el proceso por el cual sometía cada arbolito hasta lograr esa belleza diminuta que deleitaba nuestra vista. En un momento, mientras le escuchaba, me invadió una gran tristeza al darme cuenta que por mas hermosos que se veían, estaba siendo detenido un proceso natural por el cual cada árbol debe pasar para cumplir su verdadero propósito al ser creado. Sus raíces eran cortadas, sus ramas podadas y alambradas con el fin de tomar una forma determinada siendo trasplantadas en macetas de un tamaño reducido para que sus raíces no tuviesen espacio de desplazarse evitando que crezca mas de lo que el artesano desea.
Este suceso del bonsái me llevo a una retrospección que me hizo reflexionar y surgieron interrogantes internas. ¿Estaba realmente cumpliendo mis metas, sueños y propósitos de mi existencia? ¿Como podía pretender que hubiese crecimiento si en ocasiones me cortaba las raíces como el artesano del bonsái? ¿Debemos ser artesanos de bonsáis o sembradores que buscan obtener un gran árbol que dé frutos y sombra? (Aclaro que esto no es una crítica al hermoso arte del bonsái. Otro detalle: Existen bonsáis que dan frutos y los mismos no se alteran por el tamaño del árbol. Esto es solo una comparativa para reflexionar cuanto nos limitamos como el artesano que corta raíces controlando el crecimiento natural del árbol.)
Superar los obstáculos que nos presenta la vida, asumiendo posturas de aprendizaje en lo vivido sin rendirnos, pese a las fuerzas externas; lo comparo con el trabajo de un buen sembrador que no se rinde hasta obtener el fruto deseado. Quien siembra en su vida como un buen sembrador ha descubierto la capacidad de forjar un futuro exitoso.
Ese día decidí que bajo ningún concepto permitiré que mis espacios para crecer sean limitados y mis raíces y ramas sean cortadas como el bonsái. Quiero crecer, vivir plenamente siendo útil y productiva en la vida. Te invito a expandir tus espacios y dejar crecer tus raíces forjando un futuro feliz y productivo. ¡Éxito!
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