A punto de terminar el año, me detuve a pensar las vivencias pasadas, y como mirarlas de una manera que contribuyan positivamente a mi vida. Lo pensé porque muchas veces no valoramos cada experiencia vivida como una gran lección para mejorar en el camino por la vida. Me di cuenta que viví procesos hermosos de gran crecimiento, como también, procesos difíciles pero muy necesarios para lograr la seguridad que disfruto hoy de mi persona.
Creo que de la forma en que uno acepta y procesa emocionalmente cada experiencia vivida, por más dura que sea, puede convertirla en una aportación valiosa en la vida. Entonces a raíz de esto, debo decir que me siento muy agradecida, primeramente de Dios por reinar en mi vida y concederme tan grandes bendiciones, y luego agradecer a cada una de las personas que han compartido conmigo en cada suceso vivido, aun en los que pudieran parecer insignificantes pero no menos importantes.
Gracias a los que me hicieron reír porque me regalaron alegrías y a los que me provocaron lágrimas porque me ayudaron a ser más fuerte para enfrentar la vida. A los que creyeron en mí, porque fueron mi inspiración y a los que no creyeron porque me motivaron a esforzarme más. A los que me aceptaron porque sentí por medio de ellos cuanto Dios me ama y acepta tal cual soy.
A los que no me aceptaron, porque me hice más sensible para dar valor a mi prójimo. A los que con su ejemplo me dieron grandes lecciones y a los que no fueron de buen ejemplo porque ahora me cuido de no cometer el mismo error que ellos. A los que me hicieron sentir amada por que miraban mi interior y eran para mí una gran fortaleza, y a los que no miraban mi interior, porque me inspiraron a esforzarme para ser mejor persona y algún día lograr ganarme aunque fuera el afecto de ellos. Si no fuera así, al menos el esfuerzo valió para ganarme el afecto de otros que merecen mi atención y quizá carecieron del mismo. Hoy estoy convencida que cada una de las personas involucradas en mi vida contribuyen para ser quien soy.
Por alguna razón esta vez no quise pensar en resoluciones para el nuevo año sin antes examinar con agradecimiento lo que me regaló el pasado. Quizá pensando de ésta manera, mis resoluciones pudieran ser más reales y consientes de mis capacidades para enfrentar los nuevos retos. Ahora estoy lista para pensar en mis resoluciones.
¡Feliz Año Nuevo!
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